Recordando a Luis Pardo
Nació en
Chiquián, Ancash, el 19 de agosto de 1874. Perteneció a una familia acomodada y
conocida en la región. Cuando tenía 11 años de edad, su padre fue asesinado por
los hermanos Alvarado debido a una disputa de tierras, crimen que fue
encubierto por las autoridades locales. Su madre, llena de pesar, murió al poco
tiempo. Luis Pardo vengó a su padre emboscando a los Alvarado en las afueras
del pueblo y matándolos a tiros con una carabina, empezando así su vida al
margen de la ley.
Después
de haber cursado los primeros años de estudio en Chiquián fue a Lima a seguir
la Secundaria en el Colegio Guadalupe. Al alcanzar la mayoría de edad asumió la
gestión de la hacienda Pancal. A diferencia de los grandes terratenientes que
explotaban a sus peones, él trataba que se les dé un trato más humano. Hasta
retribuyendo a los servidores por su trabajo. Los días de descanso solía reunir
a sus trabajadores para enseñarles a leer y escribir, orientándoles reglas de
urbanidad, la puntualidad, orden y hábitos limpieza.
Cuentan
que se enamoró perdidamente de Zoila Tapia, una joven pastora, que él llamaba
cariñosamente "Andarita" (nombre de una flor silvestre que crece en
noroeste de Perú). Pero su felicidad no duró mucho: Zoila falleció al dar a luz
a su hijo, quien murió poco después. Estos hechos marcarían profundamente a Luis
Pardo, hundiéndolo en la depresión.
Se
enfrentó innumerables veces a la fuerza pública, en incursiones que dejaron
varias muertes y con lo que se le declaró abiertamente como un bandolero.
Luis
Pardo se convirtió para los pobladores en un justiciero que se había rebelado
contra la tiranía y la injusticia institucionalizadas, defendiéndolos de los
abusos y atropellos de los poderosos ante la imposibilidad de contar con una
justicia sorda y corrompida. Es así que muchos simpatizantes se unieron a él, formando
una banda que lo acompañaba en sus incursiones por las serranías de Ancash y
Lima.
Todos
concuerdan que fue un hombre solidario, generoso, y con un alto sentido de
justicia frente a la opresión y al descontento social, un excelente jinete,
hábil tirador y un empedernido mujeriego. También contaban que frecuentemente
lo veían escribir poemas y canciones porque era un amante de la lectura y de la
música.
La
aparición de Luís Pardo Novoa, motivó el temor entre los hacendados y mineros.
Bastaba la más ligera indicación de que en tal hacienda se hubiera cometido un
abuso contra algún indígena, para que Luís Pardo y su “banda” se hicieran
presentes, conminándolos a dar trato justo a los trabajadores. Muchos de los
defendidos se unieron a su "banda" y juntos atacaban a sus opresores,
a quienes imponía cupos, que luego - según cuentan - distribuía entre los más
necesitados. La fama de Luis Pardo como revolucionario y justiciero social se
extendió y en los pueblos lo veían como un protector de pobres y desamparados.
A pesar
que se había puesto precio a su cabeza, Luis Pardo y su banda reinaron el norte
de Perú por muchos años, hasta que en el gobierno de Augusto B. Leguía, se
organizó un destacamento para capturarlo. Desde Lima salió un contingente de 50
gendarmes al mando del sargento Alvaro Toro Mazote, quienes enrumbaron al
norte.
Al llegar
a Chiquián y después de varios días de persecución por pueblos de la zona,
llegaron a sitiarlo en una cueva del paraje llamado Jacar (límite entre el
distrito de Marca en la provincia de Recuay y el distrito de Cajacay en la
provincia de Bolognesi), donde lo mataron luego de sitiarlo por dos días junto
a Celedonio Gamarra, su compadre y uno de sus amigos de correrías. Antes de
morir en manos de sus perseguidores, Luis Pardo, creyendo en una posible huida,
salió de la cueva a disparo limpio, corrió cerro abajo y se lanzó a las aguas
del río Tingo (distrito de Cajacay), pero allí fue acribillado (el río luego
llevaría su nombre). Río abajo, su cuerpo fue recogido por los pobladores, y a
la llegada de los gendarmes, un alférez sacó su revólver y disparó a su cabeza,
lo que motivó el reclamo de los pobladores presentes. El contingente policial,
en su camino de regreso a Chiquián (capital de la provincia de Bolognesi), pasó
por el pueblo de Cajacay, y queriendo demostrar severidad quiso llevar el
cuerpo a la plaza de armas para exhibirlo, pero la muchedumbre exaltada evitó
el ultraje de su cadáver, situación que obligó al contingente a reanudar su
camino. Ya en Chiquián, los cuerpos fueron fotografiados como prueba de su
muerte y expuestos casi todo un día en la plaza para escarmiento de los
pobladores. Luis Pardo murió el 5 de enero de 1909 a los 35 años de edad.
El grupo
que muchas veces lo acompañó, siguió actuando después de su muerte, por lo cual
otros tantos pobladores creían que no había muerto. Años más tarde, bajo el
gobierno del Subprefecto Francisco Moreno Descalzi, recién se pudo doblegar el
último reducto de aquellos rebeldes.
Los
pobladores que se beneficiaron de su generosidad, lloraron su muerte. Sus
historias fueron con el tiempo, anécdotas que formaron parte de la historia de
su pueblo, Chiquián, de la Pampa de Lampas, su segura morada y de gran parte
del departamento de Áncash de Lima.
En 1929
se filmó la película “Luis Pardo” con la dirección de Enrique Cornejo
Villanueva. Este filme terminó de consagrar a Luis Pardo como un luchador
social y una figura romántica.
Referencia:
¿El
Bandolerismo es una Gesta popular?
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