NOTA
DE REDACCION:
El gobierno
nacionalista de Ollanta Humala acaba de declarar el estado de emergencia en
cuatro provincia de la Región Cajamarca que desarrollaban contundentemente una paralización
exigiendo la suspensión definitiva del proyecto minero Conga, por haberse
demostrado que producirá impactos medioambentales irreversibles.
Este escenario político
es muy propicio para demostrar el CARÁCTER DE CLASE DEL ESTADO, ahora que
surgen muchas “decepciones” de los reformistas que se rasgan las vestiduras por
la “traición” de Ollanta, después de haber organizado una “gran marcha” de
apoyo a los “logros alcanzados”.
La Redacción
CARÁCTER DE
CLASE DEL ESTADO
El Estado no es un ente imparcial que está
fuera y sobre la sociedad para velar por la armonía entre todos los miembros.
Dentro de la teoría marxista, la definición de Estado reviste una
singular trascendencia porque permite comprender su naturaleza y el rol
histórico que se le asigna.
Al
respecto, el Estado no es sino el instrumento de dominación política de una
clase social a otras. De esta manera, el Estado no ha existido siempre, ni
existirá por siempre, pues, surge como consecuencia de la aparición de la
propiedad privada sobre los medios de producción y la consecuente división de
la sociedad en clases. Se desprende, entonces, que no hubo organización estatal
en la comunidad primitiva y desaparecerá cuando desparezcan las condiciones que
lo crearon, esto es en el comunismo científico.
Lenin, en su obra El Estado y la Revolución señala “El Estado es
producto y manifestación de la inconciliabilidad de las contradicciones de
clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en la medida en que las
contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse”. Por
consiguiente, tiene la misión de amortiguar y aplacar -no conciliar- las
contradicciones y lucha de clases; de imponer, legitimar y garantizar la
opresión de la clase económicamente dominante en la sociedad, sobre la base de
privar de derechos y sojuzgar a las clases desposeídas. No es, por ende, un
ente imparcial que está fuera y sobre la sociedad para velar por la armonía
entre todos los miembros.
El Estado cuenta con varias herramientas para cumplir su papel opresor,
entre ellos, el aparato jurídico, la fuerza pública y todo el andamiaje de
control ideológico dentro del cual juegan un papel preponderante la iglesia y
los grandes medios de comunicación.
Las leyes, por consiguiente, no son normas que procuran un ordenamiento
de la sociedad tomando en cuenta los intereses de todos sus integrantes, son la
expresión neta de la voluntad de las clases económica y políticamente
dominantes. De este hecho tenemos mil y un ejemplos en nuestro país; para
graficar, solo en los últimos años, encontramos el caso del escandaloso atraco
bancario, previo al cual los sectores oligárquicos impulsaron la aprobación de
un sinnúmero de reformas jurídicas a fin de darle un sustento legal y garantía
de impunidad al asalto de los fondos de los depositantes; entre ellas, la
creación de los créditos vinculados y el perfeccionamiento del llamado sigilo
bancario; luego, una vez consumado el delito, tuvieron buen cuidado de crear,
mediante ley, la Agencia de Garantía de Depósitos, a fin de endosar al Estado
la responsabilidad de devolver los ahorros a los perjudicados, mientras los
banqueros corruptos administran y disfrutan las fortunas que acumularon.
Las Fuerzas Armadas y la Policía en los regímenes donde impera la
propiedad privada son instituciones represivas adscritas al Estado que tienen
la misión de preservarla y garantizar el “orden” establecido; en otros
términos, asegurar el status quo; de ahí su naturaleza vertical y obediente, no
deliberante.
Ejercer el control y dominio ideológico es, sin duda, uno de los roles
fundamentales del Estado, tanto así que, logrado este propósito, el papel de
los organismos represivos se vuelve, hasta cierto, punto irrelevante. En
efecto, si por acción de todas las instituciones de la superestructura
ideológica, la tenaz labor de los grandes medios de comunicación, la influencia
de la Iglesia, logran adormecer la conciencia de los explotados, afirmar en
ellos las concepciones burguesas, las clases dominantes habrían cumplido su
objetivo. Sin embargo, en todo escenario de una sociedad de clases también
están presentes y pugnan por abrir brecha y ganar terreno, las ideas e
intereses de los oprimidos, de tal manera que la lucha de clases en todas sus
formas es una constante que el Estado trata de amortiguar.
Tomado del periódico EN MARCHA
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