lunes, 5 de diciembre de 2011

¿EL ESTADO ES IMPARCIAL?


NOTA DE REDACCION:
El gobierno nacionalista de Ollanta Humala acaba de declarar el estado de emergencia en cuatro provincia de la Región Cajamarca que desarrollaban contundentemente una paralización exigiendo la suspensión definitiva del proyecto minero Conga, por haberse demostrado que producirá impactos medioambentales irreversibles.
Este escenario político es muy propicio para demostrar el CARÁCTER DE CLASE DEL ESTADO, ahora que surgen muchas “decepciones” de los reformistas que se rasgan las vestiduras por la “traición” de Ollanta, después de haber organizado una “gran marcha” de apoyo a los “logros alcanzados”.
La Redacción

CARÁCTER DE CLASE DEL ESTADO
El Estado no es un ente imparcial que está fuera y sobre la sociedad para velar por la armonía entre todos los miembros.
Dentro de la teoría marxista, la definición de Estado reviste una singular trascendencia porque permite comprender su naturaleza y el rol histórico que se le asigna.
Al respecto, el Estado no es sino el instrumento de dominación política de una clase social a otras. De esta manera, el Estado no ha existido siempre, ni existirá por siempre, pues, surge como consecuencia de la aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción y la consecuente división de la sociedad en clases. Se desprende, entonces, que no hubo organización estatal en la comunidad primitiva y desaparecerá cuando desparezcan las condiciones que lo crearon, esto es en el comunismo científico.
Lenin, en su obra El Estado y la Revolución señala “El Estado es producto y manifestación de la inconciliabilidad de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en la medida en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse”. Por consiguiente, tiene la misión de amortiguar y aplacar -no conciliar- las contradicciones y lucha de clases; de imponer, legitimar y garantizar la opresión de la clase económicamente dominante en la sociedad, sobre la base de privar de derechos y sojuzgar a las clases desposeídas. No es, por ende, un ente imparcial que está fuera y sobre la sociedad para velar por la armonía entre todos los miembros.
El Estado cuenta con varias herramientas para cumplir su papel opresor, entre ellos, el aparato jurídico, la fuerza pública y todo el andamiaje de control ideológico dentro del cual juegan un papel preponderante la iglesia y los grandes medios de comunicación.
Las leyes, por consiguiente, no son normas que procuran un ordenamiento de la sociedad tomando en cuenta los intereses de todos sus integrantes, son la expresión neta de la voluntad de las clases económica y políticamente dominantes. De este hecho tenemos mil y un ejemplos en nuestro país; para graficar, solo en los últimos años, encontramos el caso del escandaloso atraco bancario, previo al cual los sectores oligárquicos impulsaron la aprobación de un sinnúmero de reformas jurídicas a fin de darle un sustento legal y garantía de impunidad al asalto de los fondos de los depositantes; entre ellas, la creación de los créditos vinculados y el perfeccionamiento del llamado sigilo bancario; luego, una vez consumado el delito, tuvieron buen cuidado de crear, mediante ley, la Agencia de Garantía de Depósitos, a fin de endosar al Estado la responsabilidad de devolver los ahorros a los perjudicados, mientras los banqueros corruptos administran y disfrutan las fortunas que acumularon.
Las Fuerzas Armadas y la Policía en los regímenes donde impera la propiedad privada son instituciones represivas adscritas al Estado que tienen la misión de preservarla y garantizar el “orden” establecido; en otros términos, asegurar el status quo; de ahí su naturaleza vertical y obediente, no deliberante.
Ejercer el control y dominio ideológico es, sin duda, uno de los roles fundamentales del Estado, tanto así que, logrado este propósito, el papel de los organismos represivos se vuelve, hasta cierto, punto irrelevante. En efecto, si por acción de todas las instituciones de la superestructura ideológica, la tenaz labor de los grandes medios de comunicación, la influencia de la Iglesia, logran adormecer la conciencia de los explotados, afirmar en ellos las concepciones burguesas, las clases dominantes habrían cumplido su objetivo. Sin embargo, en todo escenario de una sociedad de clases también están presentes y pugnan por abrir brecha y ganar terreno, las ideas e intereses de los oprimidos, de tal manera que la lucha de clases en todas sus formas es una constante que el Estado trata de amortiguar.
Tomado del periódico EN MARCHA

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